La Filosofia


Conocimiento eminentemente racional del sentido del ser y de sus regiones fundamentales.   

Del griego philêin (amar) y sophía (sabiduría), la traducción literal es “amor a la sabiduría”. Dado que en otras culturas encontramos elementos filosóficos pero mezclados profusamente con otros de carácter religioso, muchos autores consideran que la filosofía entendida como actividad intelectual sistemática y rigurosa sólo existe en la tradición europea que comienza con los griegos.
Pitágoras fue el primero en llamarse a sí mismo filósofo o amante del saber, distinguiéndose de los dioses que, en cambio, son “sabios”. También fue Pitágoras el primero que presentó la filosofía como una actividad contemplativa del espectáculo del mundo: la vida es como una gran feria, dijo, donde algunos van a hacer negocios, otros a divertirse, y los mejores a observar desinteresadamente lo que allí sucede; estos últimos son los filósofos.
Otros autores atribuyen a Heráclito la concepción de la filosofía como un saber que no se limita a ser el compendio o suma de los conocimientos comunes y de las disciplinas científicas, sino un saber con carácter propio y que tiene como objeto los principios fundamentales de lo real.
La filosofía entendida en sentido propio (lo que Aristóteles llama “filosofía primera”) tiene por objeto los principios primeros, las estructuras más generales del ser e incluso Dios mismo.
Aunque los presocráticos no hicieron una presentación sistemática de las distintas disciplinas que componen la filosofía, cabe presentar el siguiente cuadro para ilustrar las más importantes, no olvidando que muchos de los títulos que vienen a continuación no se encuentran aún en la filosofía griega, pero sí sus contenidos.

La filosofía, es una ciencia (conocimiento de las cosas por sus causas, de lo universal y necesario), que se viene practicando, desde la época de los griegos o era clásica. Fueron ellos, quienes comenzaron por primera vez, a realizarse preguntas profundas por todo aquello que los rodeaba. Por lo mismo, los primeros atisbos de filosofía, se vieron en el campo de la naturaleza.
Y filosofía, es justamente amor por la sabiduría. Comprender con todo aquello, que interactuamos. Justamente, filosofía proviene del griego filos (amor) y sofía (sabiduría).
La gracia de la filosofía, es que esta se hace preguntas últimas. O sea, por aquellas que van en la búsqueda del sentido final, de las cosas. Cada rama de la filosofía, se hace preguntas últimas. Por la finalidad del objeto de estudio de ellas. Es así, como la antropología, por ejemplo, se pregunta cual es la finalidad del hombre. La ética, otra rama, se pregunta cual es la finalidad del actuar del hombre. De hecho, uno de los más grandes filósofos de antigüedad, como fue Sócrates, buscaba un sentido, una finalidad del hombre, el cual defendió el hecho de que la felicidad era el fin del hombre. Fin que depende de las virtudes, parte del estudio de la ética. Pero para la filosofía, la racionalidad, juega un papel fundamental en su estudio y asimismo, en su acción. La racionalidad, es el medio por el cual, podemos conocer lo que nos rodea. Es el punto de partida, para buscar y saber, cual es la finalidad del hombre. Ya Sócrates decía, con respecto a las virtudes y su conocimiento por medio de la razón, “Sólo el que sabe qué es la justicia (la cual es una virtud) puede verdaderamente ser justo y obrar justamente”.
Lo esencial de la filosofía, está en que esta, se cuestiona las cosas con una mayor amplitud de acción, que el resto de las ciencias. Mucho más que las prácticas o las sociales. La filosofía, es el amor de conocer, por conocer. Lo cual puede parecer inútil. Pero no lo es, ya que al no tener una finalidad práctica, es un fin en si mismo. Por lo que es querido. Así, tiene una finalidad, para quienes desean ampliar sus conocimientos. No debemos olvidar, que el conocimiento, es poder. Asimismo, no hay que olvidar, que existen ramas de la filosofía, como la ética, que se estudian con un fin práctico. La ética que se estudia, para mejorar mi actuar frente a la vida. Se dice que todo el mundo filosofa, cuando se hace preguntas últimas. Aquellas que van al centro de la cuestión. Lo más seguro es que lo hacen, ya que siempre el ser humano, ha querido comprender a cabalidad su vida y entorno. Al menos así, comenzaron los primeros filósofos en la Antigua Grecia.

La filosofía griega representa uno de los más importantes ciclos del pensamiento occidental, ciclo que se inicia con los presocráticos, desarrolla con los sofistas y Sócrates, adquiere su apogeo en la filosofía platónica y aristotélica y entra en crisis con la filosofía helenística.  

Con los griegos aparece por primera vez el pensamiento en todas sus manifestaciones (ciencia, filosofía, matemática) y pocas veces se han dado autores que hayan compaginado tan estrechamente las investigaciones citadas.
Tal vez es exagerado lo que algún historiador de la filosofía ha señalado al escribir que toda la historia de la filosofía no es mas que notas a pie de página a los escritos de Platón, pero es cierto que las cuestiones filosóficas fundamentales, y las posibles soluciones que se pueden dar a ellas, ya se encuentran en la filosofía griega, y en gran medida en este último autor.

 Ortega y Gasset afirmó que el mundo antiguo fue cosmológico, el medieval teológico y el moderno antropológico. Y, ciertamente, parece que lo característico de la filosofía griega fue su preocupación por comprender el ámbito de la Naturaleza. A diferencia del pensamiento moderno, en general, los griegos fueron optimistas en cuanto a la posibilidad de acceder a la realidad: podemos alcanzar el conocimiento de la Naturaleza puesto que ésta es racional, bien mediante el uso de los sentidos, como algunos defendieron, bien mediante el uso de la razón como dijeron la mayoría.
Los griegos descubren el carácter ordenado, legal y racional del mundo, y en el hombre un instrumento que ha de servir tanto para el conocimiento como para la vida práctica (moral y política): la razón.
Las primeras reflexiones filosóficas o filosofía presocrática ya aceptan estas consideraciones (aunque de estos antiguos autores apenas disponemos de textos por lo que el conocimiento de su pensamiento es indirecto y fragmentario).
El momento de esplendor del pensamiento griego hay que situarlo en Platón y Aristóteles y el momento de decadencia en la época helenística.

El rasgo peculiar de esta actitud consiste en utilizar mitos, relatos o  leyendas para comprender y dominar el mundo, casi siempre apelando a la intervención de fuerzas mágicas o sobrenaturales.  





Aunque la antropología no ha llegado a una conclusión unánimemente aceptada en cuanto al significado y valor de los mitos, las siguientes consideraciones parecen bastante obvias: todas las culturas tienen mitos, lo que muestra qué estos y la actitud vital fundamental que los genera deben descansar en cuestiones de absoluta necesidad para el hombre; y las necesidades básicas del hombre se refieren a dos géneros de problemas:
·       problemas relativos a su vida práctica, tales como la obtención de alimentos, la victoria en la guerra, la cura de las enfermedades, la procreación...
·       problemas teóricos en la comprensión del mundo: es común a todos los seres humanos la necesidad de comprender cómo es el mundo, de qué entidades está poblado, de dónde viene el grupo al que uno pertenece y en último término la especie humana misma, qué se sigue tras la enfermedad y la muerte...; todas las culturas han intentado dar soluciones teóricas a estas grandes cuestiones, y, hasta la aparición de la filosofía y la ciencia, las soluciones han tenido la forma de mitos o leyendas y de descripciones religiosas.
La cuestión fundamental en la que se resumen los dos géneros de problemas anteriores y en la que hay que situar una de las claves para la comprensión de la actitud mítica es la angustia ante el futuro y ante la ignorancia del entorno.
La actitud mítica genera mitos, ritos y  fetiches como instrumentos fundamentales para la resolución de aquellos problemas básicos. La facultad que más interviene en la creación de mitos, ritos y fetiches es la imaginación.
      Cabe destacar tres rasgos en la “lógica” de la actitud mítica:
1.     Personifica y diviniza las fuerzas naturales: la muerte, la vida, el amor, el trueno, la guerra, la fertilidad, la lluvia... son dioses a los que se les puede pedir una inter­vención beneficiosa para el individuo y el grupo mediante oraciones y plegarias.
2.     Los sucesos del mundo se hacen depender de la voluntad de un dios: si no llueve  ―o si llueve en exceso― es porque no se ha rendido culto adecuadamente al dios de la lluvia; si una enfermedad diezma nuestro poblado es porque un dios está irritado con nosotros; si perdemos la guerra es porque el enemigo tenía dioses más pode­rosos que los nuestros...
3.     Los objetos tienen propiedades distintas a las naturales: una piedra ―tras el ritual correspondiente por el que se convierte en talismán―, es mágica, no posee sólo las propiedades naturales (peso, tamaño, dureza...), además con ella cura­mos enfer­medades, convocamos a los dioses o a los espíritus...
      Mediante los mitos el hombre conseguía dar una explicación a los distintos acontecimientos de su vida, tanto los relativos a cuestiones concretas pero fundamentales de su existencia (el desenlace de una batalla, la muerte de un amigo...), como a los grandes problemas de la vida (el nacimiento, la muerte, el sufrimiento, el origen del mundo...), y mediante los ritos y los fetiches creía poder dominar las fuerzas de la naturaleza y de la vida social de acuerdo con sus propios intereses

Estos tres elementos llevan a considerar que en el mundo reina el capricho, la arbitrariedad de los dioses, y, por lo tanto, que en la actitud mítica el mundo se presenta como siendo un Caos más que un Cosmos. Los dioses son arbitrarios en su conducta, aunque no tanto como para que no se puedan controlar mediante ritos y plegarias (no es extraño que un elemento común en toda cultura que posea mitos sea el que los hombres pueden atraer la voluntad de sus dioses mediante algún tipo de práctica ritual).
El mundo griego anterior a la aparición de la filosofía vivía instalado en esta actitud; el gran acontecimiento espiritual que inician los griegos en el siglo VI a.C. consiste precisamente en intentar superar esta forma de estar ante el mundo con otra forma revolucionaria que apuesta por la razón como el instrumento de conocimiento y de dominio de la realidad. Sin embargo, no hay que creer que la actitud mítica desaparece completamente a partir de esta fecha, más bien ocurre que son unas pocas personas las que viven en el nuevo y revolucionario modo de pensar, y que éste poco a poco se va haciendo más universal. Pero la actitud mítica todavía no ha desaparecido: en nuestra época muchos siguen confiando en explicaciones de este tipo, y personas que parecían haber conquistado definitivamente este nuevo estado, caen en la actitud mítica cuando su vida se torna difícil o en ella hay imprevistos no solucionables con el ejercicio de la razón.








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